Capítulo VIII Lo que se siente antes de saberlo Muriel despertó esa mañana con una sensación difícil de nombrar. No era ansiedad, ni melancolía. Era más bien una vibración tenue, una especie de presagio suave . El cuerpo sabe antes que la mente, solía pensar. Y su cuerpo, ese día, lo sabía: algo había cambiado. No recibió mensajes de Alex en todo el día. Y eso no la ofendió. No era una mujer que midiera el cariño por la frecuencia, sino por la verdad de lo que llega . Encendió la radio vieja de su escritorio, puso a sonar un cuarteto de cuerdas y se sentó frente al cuaderno. No quería escribir ficción. Quería dejar registro de lo que estaba sintiendo, como una bitácora de un viaje emocional que no sabía si iba a destino… o simplemente era una forma de moverse. Escribió: “Cuando alguien que te desea empieza a pensar en lo que deja y no en lo que busca , la historia entra en pausa. Pero a veces la pausa no es cobardía. Es respeto. Es miedo. Es madurez o incluso… amor. Estoy cansad...
Capítulo VII En la casa del silencio La cocina estaba en penumbras. La lámpara del rincón arrojaba una luz tibia sobre la mesa, donde Clara servía dos platos de sopa con movimientos precisos, casi mecánicos. Había estado escuchando un concierto de piano en la radio, pero lo bajó apenas escuchó la puerta cerrarse. Alex entró sin anunciarse, colgó el saco con desgano y fue directo a lavarse las manos. Lo había hecho mil veces, durante años. Pero esta vez, lo hizo más lento. Como si algo dentro suyo necesitara tiempo para llegar a esa mesa. Se sentaron uno frente al otro. Dos platos humeantes, pan cortado, un vino cautivante ya abierto. Comieron sin hablar durante un rato. Ella lo observaba de reojo, como quien mira un cuadro que ya conoce de memoria pero que hoy tiene algo fuera de lugar. —¿Dormiste en el hotel anoche? —preguntó finalmente. —Sí. Llegué tarde de la nota. No tenía sentido volver de madrugada. —Claro. No hubo reclamo en su voz. Solo constatación. Como quien marca el c...