Cuando la Angustia aprieta el Alma
Cuando la angustia rebasa el alma
y no cabe más cielo en el pecho,
cuando los ojos —frágiles cristales—
se llenan de grietas y reflejos.
Cuando el silencio pesa más que el grito
y el mundo se detiene sin consuelo,
una línea escrita en la penumbra
puede ser faro, puede ser anhelo.
El atardecer, rojizo cual impacto,
nos une con hilos de ocaso lento.
No hay distancia en la luz que se apaga,
sólo un eco sagrado en el tiempo.
Y así, en versos brotados del duelo,
la emoción se vuelve infinito gesto:
lo que dolió, lo que nos sostuvo,
vive en el jardín, jamás desierto.
Porque escribir no es sólo recordar,
es pronunciar lo que el alma no suelta.
Es dejar en la tinta lo que fuimos,
es volver eterno lo que nos quiebra.
L. F. Del Signore
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