Ya nada le importaba... la obscuridad parecía moverse entre los haces que fluían desde la calle al agitarse las cortinas. Escasos sonidos cuya curiosidad despertaba a los vecinos. Murmullos, promiscuos y velados se colaban al pasar los transeúntes nocturnos.
Desde su lugar observó la copa. Se sirvió con vino de modo generoso. Quietud misteriosa. Deseos punzantes. Ella había partido dejando su vacío. Una herida lastimosa pugnaba por su dolor. Palpitaciones en su pecho. Temor en su corazón. <No puedes darme hijos y sabes cuanto los he buscado. Quédate con los veintitantos tantos años que pasamos juntos. Olvídame! O déjame en algún tintero. Voy a escribir mi mañana. Uno lleno de palabras.Sabes que no volveré. Comprendes cuánto me duele, pero es imposible perder mis mejores años para ser madre.> Fueron sus últimas palabras antes de partir.
L.F.Del Signore
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