Ya era tarde para alterar el escrito, le habían ordenado alcanzar los tres mil caracteres, sin importar que se expresara. Todos los medios sólo hablaban de fútbol, es que el Mundial de Qatar resultaba ser un imán muy atractivo. A Pedro esa suerte le era esquiva. A nadie le interesaría leer su columna aquel sábado fatídico.
Le resultaba asqueante no poder expresarse con soltura, pero necesitaba el dinero para pagar sus gastos mensuales. Sin chistar ni esbozar su desacuerdo se centró en una temática acuciarte, la guerra entre Rusia y Ucrania. A nadie le iba a importar mientras el mundial ocurriera. Los humanos somos patéticos, egoístas y ególatras a juzgar por la inmensidad de errores cometidos a lo largo de la historia. Es tal la carencia de valores que un simple gol nos devuelve a la vida que creemos merecer.Allí estaba Pedro sumido en certezas y equívocos cuando viendo el noticiero de la madrugada en TV5 se dio cuenta que las hostilidades entre los países ocultaban el verdadero sentido del poder en su máximo sentido. Muertos que serían olvidados por el resto de la humanidad. Destrucción total de poblados y sus gentes. Avidez por someter al adversario por carecer de palabras y fundamentos. Pero esa madrugada la muerte del líder más temido era un hecho que nadie notaría. La pelota corría por el campo, los jugadores pendientes de ella se encontraron con el puntapié final, empujones, tarjetas amarillas y rojas que arrojaban las mismas actitudes de la guerra acallada y la explosión de aplausos que se quedó muda ante el sonido infartante de un balón que desmenuzó la vida del sector de la cancha cercano a una de las porterías.
L.F. Del Signore
Todos los derechos reservados

Comentarios
Publicar un comentario