Nadie supo bien la razón. Ninguno se tomó el trabajo de averiguarlo. Ese día escuchamos el canto de las aves bien temprano. Nos sentamos a desayunar. Tú leías el diario mientras te preparaba el café. El golpe a la puerta nos dejó tiesos de intriga. A esa hora quién sería. Fuiste con apuro a descubrirlo. Un gran paquete ocupaba todo el marco de la puerta. Apenas si pudiste firmar el recibo al que lo traía. Con trabajo lograste ingresar aquel envío dentro de la casa. Me miraste y adiviné tu pregunta. — Claro, ábrelo!— Un muñeco inmenso fue apareciendo. Sin ninguna nota que identificara a la persona que lo enviara, caímos desplomados de risa por tamaña ocurrencia. Con la novena década encima nos resultaba asombroso ese presente. Todo el día dándole vueltas al asunto y nada terminamos logrando. ¿Pero de quién sería ? En fin lo ubicamos a un lado de la mesa cual si fuera un invitado. El tiempo se fue volando, el sol se apuró para esconderse y el silencio se quedó mudo y sin palabras cuando el muñeco comenzó a mover sus manos y el rostro se mostró humano. Los familiares y amigos nos despidieron un día más tarde en el cementerio.
L.F.Del SignoreTodos los derechos reservados
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