Capítulo VI
A las cinco en punto, ingresó al estar Eugenia, la señora de los quehaceres en la casa, trayendo la merienda para Agnes y Mariana su coequiper. Depositó con suavidad sobre la mesa la bandeja de plata heredada por Agnes gracias a algún ancestro. Se veían una tetera, una jarra diminuta con leche, un par de tazas, cubiertos, servilletas y un bol con humeantes scones. Entre ellos se destacaba una hermosa vasija de barro cocido, la cual contenía, un kilo de miel pura recién obtenida de la máquina extractora. Sin mediar ningún equívoco, como por arte de magia, está literalmente dio un revoloteo y terminó estrellada en el piso de pinotea lustrada. Las tres mujeres se miraron perplejas. Cada cual dio su versión para semejante desastre. Fue Mariana quien se rio descomprimiendo el momento y sugiriendo que un duende juguetón se habría encariñado con la miel mientras otro también la quería.
Al rato se había limpiado del piso el último resto azucarado y las amigas habían terminado sus colaciones. Quedando en anécdota lo sucedido por extraño que les resultara. Sin embargo una seguidilla de circunstancias atípicas logró que evaluaran que algo raro sucedía en aquel departamento. Juan fue el primero en apostar a llamar a un experto cuando con el correr de los días y manifestaciones no se les encontraba un sentido lógico.
–¿Te parece? – dijo Agnes – ¿Deberíamos buscar un exorcista?
–Pues claro mujer, desde el episodio de la vasija, las puertas, que se abren sin mediar corriente de aire. El espejo cuadrado apoyado en la mesa de roble contra la pared que fue a dar al piso, el faltante de dinero en el banco, el uso de tu tarjeta de crédito que tenías guardada desde que te la otorgara el banco, el frío intenso en tu habitación aunque la calefacción estaba al máximo y por último los golpes en el palier a donde nadie sin la clave puede acceder… qué más se necesita para aceptar que convives con alguna manifestación del otro mundo!!
–Juan, yo no creo en nada de eso. Debe haber una explicación para todo lo que hemos notado.
–¿Qué más esperas? Qué un fantasma te sacuda la modorra!!
–No seas sarcástico. Seré escéptica pero no loca. No voy a traer a nadie a que santifique mi casa.
– Allá tú en este entuerto. Yo voy a averiguar quién puede ocuparse y verificar los hechos.
Continuará...
L.F.Del Signore
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(Basada en una historia real)

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