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ILUSIÓN ULTRAJADA Cuento



 Tiemblo.  Siento la boca pastosa. El sudor recorre mi frente  y mi espalda.  El cierre parece empecinarse. Apenas  puedo ver mis manos. El olor rancio me atormenta.   Siento su respiración fuera de cauce mientras intenta quitarme los pantalones.  Sus palabras son huecos en mi cuerpo entumecido. Me duele el pecho pero mucho más el alma... Sus manos grasosas me desvisten y me pierdo entre las olas de aquel verano donde  nos conocimos.  Escucho tu voz y te imagino, sentado en el espigón. Estas pensando  en dejar  atrás todo tu mundo. Ese fastuoso universo que de seguro un día será tuyo. Pero hoy no, hoy ya es tarde. Frío y olvidado té han dejado en el rincón de este mísero galpón.


Tienes un rostro hermoso, me dices y te creo. Quiero creerte, porque  duele , duele ser ultrajada  y no poder defenderme. Duele tener la boca tapada con mi propio pañuelo. Clavas tus versos nos como aquella tarde sobre los míos y me pierdo.  Tus labios se mueven buscando  los míos y me dejo llevar como el agua de  mar sobre la orilla.  Ese sonido indescriptible del amor pegando sobre las rocas. Pero no, no puedo soportar que me toque,  menos que mis lagrimas se conviertan en  gotas miserables por la paranoica. actitud de  este ser despreciable que  logra penetrarme

Vuelve a mí, me dices. No existe el dolor, ni el olor. No llores. Sabes que estás conmigo.  De pronto todo  se detiene. No hay jadeo, ni misterios. Sigo atada, colgando por mis brazos, desnuda y tu sonríes atrapándome en tu sueño...  Las luces se encienden  cuando los oficiales ingresan. No te vayas, quédate conmigo. Alguien me sostiene y me abriga. Bajan mis brazos y sostienen mi cuerpo. Te observo en aquel rincón mugroso, suspendido sobre el último hilo de sangre que corre hasta tu celular encendido. Fuiste tú quien llamó a emergencias... Fuiste tú quien se quedó maravillándome  entre las estrellas.  Te miro y te alcanzo, mi corazón se detiene.  Me oprimen el pecho, no quiero regresar  si tú no lo haces. Te beso dormido, acurrucando  tu cuerpo sobre mis piernas desnudas.  Dos bolsas nos cubren pero estamos unidos.

L.F. Del Signore
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