A veces los errores se disfrazan de deliciosos bombones, para que las almas incautas y golosas no puedan reconocerlos. Puede ser que se disimulen algunos y otros no se noten compensando con los hechos y actitudes que se dan.
Pero es la ternura y el amor como la entrega, el fruto de que ellos se desvanezcan. Por eso me susurras cerca de mi oído derecho cuando manejo o me pides que repita una y otra vez el número cuatro que se apoderó con sutileza de tu sonrisa y embeleso.
“Cuatrscho” mantengo sostenido hasta que tu rostro se pega a mi hombro y te sé mía!
L.F.Del Signore
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Para #TÚmiPOEMA (Twitter)
Capítulo XIII Entre calles rotas y promesas de papel El sol pegaba fuerte cuando Arcadio y Leandro bajaron en el barrio “Los Cipreses”. Un laberinto de calles sin pavimento, veredas quebradas, y casas que parecían resistir con uñas y esperanza. Leandro llevaba su libreta, un bolígrafo nuevo, y una mirada que oscilaba entre la curiosidad académica y el desconcierto ante la realidad. Arcadio caminaba lento, saludando a cada vecino como si fuera el dueño del barrio y el pueblo entero al mismo tiempo. —Acá no importa cuántos títulos tengas, sino cuántos te conocen —le dijo, mientras señalaba una pileta rota que nadie reparaba desde hacía años. Se acercaron a doña Marta, que vendía frutas en un puesto improvisado. Leandro quiso sacar una foto, pero Arcadio lo frenó: —No es para turismo, pibe. Esto es un pedazo de ciudad que nos pide que escuchemos sin sacar el celular. Doña Marta les habló del agua que faltaba en verano, de los niños que jugaban en la calle sin luz, y de la plaza qu...

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