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ENTRE MUEBLES Cuento

 



El timbre sonó dos veces. Pedro abrió presuroso la puerta. Un empleado de la tienda de muebles cargaba con la base de una cama. Ingresó al inmueble y él le indicó dónde ubicarla. Ahí me quedé estática y anhelante cual contenedor de emociones y sinsabores. Desde lo irreal del mundo en el que habitaba,  pude rápidamente, congraciarme con el resto del mobiliario. Un sillón fue quien  me dio rápidamente  la bienvenida.  Él me agradeció por no volver a ver sus almohadones en el suelo para que Pedro durmiera cómodo por las noches. Él justamente me puso al corriente sobre las vivencias de su propietario.  Supe entonces de sus ansiedades, de sus temores y de cómo acceder a sus sentimientos. 


Pedro pertenecía a la categoría de los ND o sea los nuevos divorciados,  con hijos mayores de edad. Había tenido hasta ese momento una larga vida,  plena de experiencias sobre sus hombros. A decir verdad  era del grupo de hombres responsables. Estos   son los más difíciles para complacer.  Desean todo y temen a  todo. No quieren empañar la imagen paterna ante sus hijos. Es que, hacer visible una relación, que  pueda  encaminarse a ser estable,  es realmente un verdadero desafío para ellos. No sea  cosa que esta deba terminarse abruptamente. 


Desde la experiencia de mi nuevo amigo,  el sillón,  pude enterarme de aspectos emotivos de suma delicadeza para ventilar. Es que estos ND transitan por una ambivalencia e incertidumbres increíbles.  Algunos  no quieren quedarse el resto de su vida solos y desean volver a encontrar el amor. Sí, los hombres mayores también se enamoran. 


Pedro sufrió mucho al  divorciarse. El tener que  afrontar abrir  la puerta para no volver atrás,  en realidad, es duro.  Es por eso que para convencerse que su situación era solo pasajera utilizó los almohadones al dormir, dado que no había otros muebles confortables para soportarlo por ocho horas cada noche. 


Hoy, me ha tocado a mí legado  a la vida de Pedro y me encuentro con su mundo de ilusiones cada vez que sueña. Me sonrojo un poco por los chismes que mi amigo,  el sillón,  me ha comentado entre susurros. Es que Pedro es sumamente pasional. Sí, es obvio,   que  en todos los aspectos. Este hombre vive conectado al mundo por su celular. Ese se las debe conocer todas. Según entiendo, he arribado a su departamento,  justamente por el amor que Pedro siente por una de sus compañeras. 


El monoambiente obligó a que me diseñaran extra chata,  para ser un mueble de empotrar. Aunque me cierren, palpito con lo que acontece a mis alrededores. Hete aquí que se abre la puerta principal de este pequeño hogar y  una mujer se abraza con intensidad a Juan. Ella se llama Lorena y se ve emocionada por la declaratoria de mi dueño,  quien la ha invitado  a vivir juntos. Está claro que, verme a mí debe haber sido una fuerte impresión, pero ya los tengo dándose mimos fervorosamente. Soy fuerte y durable, de eso Pedro se aseguró al comprarme.  Me siento realizada por ser parte de esta historia, una que me sé a medias por los datos recibidos y sobre la que estoy empezando a vivir desde que me encargaron.  


Si de hombres hablara,  diría que Pedro es de los más hermosos. Con inmensos ojos verdes,  que en verdad  resplandecen. Un tono de voz que obnubila y un físico que aunque los años dejaran su huella,  se lleva muy buena calificación.

  

Él se esmera en complacer a Lore, Pedro la llama de ese modo. Le explica que entre esas cuatro paredes ellos pueden ser felices y que todo lo que ambos convengan será aceptado y respetado. Le enumera sus habilidades y defectos, sabe coser pero cero en cocina. No en vano tiene años este hombre. Es saludable y sin vicios. Tal vez chapado a la antigua. Su peor lado y lo reconoce es centrar su mundo en su ombligo. Machista con un toque de egoísta que promete doblegar. Ella se muestra tan enamorada que ni escucha lo cuestionable. Corre a la pequeña cocina y evalúa con lo que contará, saliendo satisfecha. 


Lore es bastante más joven que Pedro y cuenta con una dulzura y una  paciencia infinitas.  Es organizada y le propone una adecuada división de tareas. Ella es autosuficiente según sus propios  ingresos y no permite que él la mantenga. Pedro por su lado es bastante justo y prepara un anotador para que cada gasto se refleje y sea dividido entre ambos. 


El destino se habrá equivocado, pero ha hecho que después de diez años  él ya no se encuentre entre los vivos. Lorena ya ha venido a despedirse de los recuerdos,  muchas veces. Fue trasladado papeles, documentos, ropa y enseres para liberar el mono ambiente. Se pregunta una y otra vez,  cómo llevarse lo vivido entre estas paredes. Lágrimas que brotan mientras vuelve a vivir lo ya vivido. Aromas,  que desde el ayer, la envuelven con ternura. Su angustia claramente le ensombrece sus días. Le cuesta aceptar que él  ha partido, aunque siente en forma constante su presencia, algo que en verdad agradece. Cómo no llorar si fueron tan compañeros. 


Lore me observa con gran detenimiento. Me pregunta en silencio si querré mudarme con ella. Despliego mis mejores dones para entregarme a sus sueños. La acuno cuando posa su pequeño cuerpo sobre mi superficie suave y algodonosa. La dejó descansar cuidando cada detalle. No niego que me encargo de pasarle mis recuerdos, ella será quien los herede. Pero no sé, si logre tranquilizar el camino que ha empezado hoy,  ya sin nuestro Pedro... 


L.F. Del Signore
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