Quién no necesitó empaparse con la jerga cotidiana de culturas diferentes y comprenderlas para evitar algún intríngulis, de esos que se sale aprendiendo en serio. Bueno el asunto es que a mi me sucedió en mi propio país, mientras visitaba la provincia de La Pampa.
En una ocasión fui a visitar a mis primos. Los dos mayores eran hombres asentados, con esposa e hijos, Con ellos todo bien, pero con el más chico, casi de mi edad y soltero, mamita si se las traía el vago bajo el brazo.
Al llegará a la estación de Guatraché en La Pampa, descendí del tren y fue justo Ezequiel quien me sacudió fuertemente. A su modo, eso era demostrarme cuánto me quería. Algo que en realidad era mutuo. Me fascinaba ir a visitarlo ya que yo soy hijo único, pero en él, encuentro un hermano.
Mi primo me llevó al campo donde vivía con sus padres. Un establecimiento ganadero bastante grande que para el verano mostraba el ondular de las pasturas reluciendo con el viento pampeano.
Al llegar saludé a mis tíos y ellos me presentaron a un matrimonio entrado en años, los Barnes. Henry, el esposo, trabajaba en minería según me explicó en un español algo raro, su mujer Nancy era fisioterapeuta.
La mesa servida, una hora más tarde, nos invitó con un buen almuerzo. Henry se despachaba con las costillas de cerdo y un bol repleto de ensaladas, entrecortando el movimiento maxilar con alguna broma. Fue cuando ligeramente nos dijo: “ I quit smoking cold turkey.” Me quedé atónito intentando acertar sus intenciones. Ezequiel se reía a carcajadas pero Henry se mantenía muy serio mientras masticaba. Observé a mis tíos y a Nancy que no demostraban ningún atisbo de estar perdidos sino que comenzaron a felicitar a Henry y este a reírse con ganas mientras mi primo me palmeó la espalda y me explicó el modismo diciendo: que había dejado de fumar. Acto seguido también yo lo felicité con buen ánimo.
Nos fuimos a dar una vuelta con Ezequiel después del almuerzo hasta el campo de sus vecinos, los Lemme. Su hijo Luca iba a la secundaria con mi primo, quien me saluda diciendo: “Cosa stanno facendo? Non stare lì con le mani in mano” Eze, apretó mi cuello con su mano dura y me dio un zamarreo de aquellos. Tal vez queriendo que me bajaran las fichas pero me fue imposible y esta vez le dije a Luca: qué significaba lo último. Me guiñó un ojo para explicarme entre risas que la frase no era literal, sino que implicaba no estar haciendo nada. Me sentía un extranjero en mi propio país. Para peor sin entender una goma.
Los días transcurrieron hasta que conocí a Marcia una morocha infartante. Habíamos quedado en salir por la noche con el resto de la banda de Eze. Bañado y afeitado con camisa, jeans con las Nike negras al estilo porteño, me encuentro con el resto en bombachas paisanas y alpargatas. Era un punto rojo en un mar negro obviamente. Debí fumarme sus gracias toda la noche. Por suerte Marcia no se sintió incómoda, muy por el contrario le había despertado el interés por saber de mi mundo por lo cual logré estabilizar mi ego y acomodarme confortablemente bebiendo cerveza tirada en un local de onda de la ciudad.
Regresé a mis pagos cargado de emociones y con la visión de un mundo más amplio. El mes se nos pasó volando entre las astucias de Henry, la irreverencia de Luca, las locuras que hicimos con Eze probando todo tipo de deportes y experiencias, para aterrizar en la ternura de Marcia, con quien años después contraje matrimonio.
Guatraché, plena pampa argentina, un lugar que jamás olvidaré como a su gente.
L.F.Del SignoreTodos los derechos reservados

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