La tarde ya se ha cerrado. Otra noche a solas con mi pasado agobiante. Afuera el viento corta con sus cuchillas heladas, todo al pasar. Sonidos como lamentos. Quejidos de hambre y de sed. Sitiados hoy desde hace tiempo, morimos sin ninguna piedad. El rey ya nos dijo al comienzo que venía la hora de la verdad. Los hombres con sus espadas, los carros llenos de aceite. Mujeres con arcos y flechas. Los débiles como yo, a guardar.
Quisiera haber ayudado y comprendo mi carga imposible. Sin nadie que me sostenga, ni siquiera puedo andar. Pero se han equivocado. Ignoraron mi capacidad. Ciegos de sangre y de gloria creyeron poder ganar.Nada. valdrá lamentarse cuando alguien venga a golpear mi puerta. Para entonces no tendré fuerzas ni para ver el más allá.
Escribiré sugerencias, callando mis reproches. Ya no podré despertar a quienes se murieron... Si hubieran escuchado aquello que pude ver.
Es tarde para cualquier cambio, yo también voy a perecer.
Golpean a la puerta, solo mi cuerpo encuentran. Yo he volado hacia los cielos. Aliento que mis palabras lleguen a los oídos del rey. Que preparen las pócimas y logren hacérselas beber. No habrá noches felices para el ejército que me sigue, pero si obran con inteligencia vencerán al enemigo que tienen en sus propias almas.
L.F. Del Signore
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